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Platicas fraternales

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Angie-Black's avatar
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Pláticas fraternales


Helga corrió de felicidad hasta el cuarto donde estaba su hermana. No cabía en su felicidad. No podía creer que había vuelto a ver a Arnold después de tanto tiempo, y más aún ¡al fin había tenido una conversación civilizada con él! Por el pasillo que corría, por donde escuchaba insultos y regaños de que no corriera, pero sus oídos habían ensordecido ante el eco de la voz de Arnold
"Nos vemos después, ¿no?" ¡Qué emoción! ¡Quería volverla a ver! ¡Quería volver a platicar con ella! Sentía que los pies le flotaban entre nubes y el cabello le volaba fantasiosamente. Llegó volando al cuarto y entró tan de repente que tras cerrar la puerta se tiró sobre ella con la euforia sobre sí.

- Arnold – suspiró Arnold...

<<Mi amado Arnold, que después de tanto tiempo de sufrimiento y resignación vuelvo a verte como un rayo de luz que se impone ante las olas de tristeza y oscuridad. – Comenzó a recitar, mientras sacaba como antaño su viejo y maltratado relicario, con la foto aún de un niño de doce años. – Al verte, fue como si tu cabellera rubia fuera el sol y tus hermosos ojos azules un mar de esperanza donde me puedo sumergir sin temor alguno. Y al escuchar tu voz tan varonil me sentí abrazar por cada sílaba que pronunciaba mi nombre... ¡Oh, Arnold...¡Arnold!>>

- ¿Quién es Arnold? – El mundo color de rosa de Helga se reventó estruendosamente al sonido de la voz de Olga. Helga la miró, se encontraba recostada sobre la cama con sus ojos bien puestos sobre su hermana menor.
- ¿Q-qué dijiste? – Preguntó Helga mientras sentía venírsele los colores a las mejillas por la vergüenza, poco a poco se fue levantando del suelo
- Qué quien es Arnold- repitió su hermana. Helga (como siempre) se puso a la defensiva
- ¿Arnold? ¿D-de qué hablas? Yo no dije eso – repuso la chica cruzándose de brazo. – Dije...dije... – Olga enarcó las cejas.- A-además, ¿no se supone que estabas dormida?  Olga entrecerró los ojos.
- Estaba, hasta que entraste azotando la puerta. – Aclaró la mujer, Helga ni cuenta de que había hecho eso.- Pero dime, - Olga se acomodó sobre la baranda de la cama.- ¿Quién ese Arnold que no has parado de elogiar desde que entraste?
Helga sintió adentrarse en su más oscura pesadilla. Su hermana, a quien tanto despreciaba y de la que dudaba seriamente si sentían algún tipo de afecto mutuo había descubierto su más profundo secreto. Y todo debido a su euforia y a su clara insensatez. La miró con los ojos abiertos y curiosos sobre sí. Se estrujó las manos sudorosas mientras se debatía si terminar su declaración o darle la vuelta con violencia mientras salía de la habitación. Lo segundo muy posiblemente le traería problemas con Big Bob, quien no soportaba que su "princesita" quedara sin observación familiar. Pero la primera opción era muy riesgosa. Olga se comía en curiosidad, Helga se mordió el labio inferior, mientras su fuero interno se debatía entre estas dos alternativas.

* * *

Arnold cerró un rato los ojos mientras disfrutaba una brisa veraniega sobre su rostro. Aspiró profundamente, lo que le hizo sentir tranquilidad. Saboreó de la ráfaga mientras analizaba lo que había pasado instantes atrás.  Recordó con claridad la sonrisa sincera de Helga y el gesto de apoyo que le había brindado. En verdad había sido reconfortante y sorprendente por todos los lados por donde quisiera verlo. Sabía que Helga no era mala en el fondo. Y aunque era consciente de ello desde hacía mucho tiempo, había vivido su infancia y parte de su adolescencia convenciéndose si era verdad o no, rindiéndose el día que se fue que no era sino la niña que lo odiaba más que a nadie y que nunca iba a cambiar. Pero siempre que sentenciaba esto, los recuerdos se le venían encima y le indicaban que nunca había estado en un error, que Helga G. Pataki tenía buen corazón y uno demasiado noble. Tal vez, como el suyo.
Abrió los ojos, le dieron ganas de echarse a reír, y no pudo aguantarse. Soltó una carcajada que venía desde el fondo del corazón que incluso no lo dejaban pensar sino que sólo podía reírse, y no sonaba como una risa maliciosa o burlona. Es más, parecía una risa llena de alegría y satisfacción. Tras acabársele la risa, volvió a suspirar y sintió el corazón un poco más ligero, a comparación de los últimos días de tensión. Y entonces recordó a su abuelo. Haciendo rollo el periódico, se puso en dirección a la habitación del abuelo Phil. Llegó y encontró la puerta abierta, allí estaba una enfermera hablando con el abuelo, no supo de qué charlaban pero Phil se veía serio y meditabundo. Al entrar, la enfermera le dedicó una buena sonrisa y salió a ver a sus otros pacientes. Phil se encontraba solo.
- Hola muchacho, te tardaste tanto que nos dio la impresión que te habías ido hasta las editoriales del periódico por él. – Dijo el abuelo con carisma.
- ¿A dónde fue la abuela? – Preguntó Arnold mientras se sentaba en un banquillo junto a la cama.
- Ah, se fue a buscar unos dulces de tapioca.- Le dijo el abuelo mientras miraba distraídamente al techo. Arnold frunció el ceño.
- Abuelo, tienes diabetes. – Phil lo miró a los ojos.
- Pero le dije que buscara uno que no tuviera azúcar, - Dijo mostrando su sonrisa sin dientes. Arnold se puso una mano en la frente.
- Abuelo pedir un DULCE sin AZUCAR, es como pedir una MAYONESA sin GRASA.- El abuelo no dijo palabra. Ya estuvo que Kuki no iba a regresar en un largo rato.
- Ya decía yo que eso de la mayonesa light eran puros disparates. – dijo mientras se le venía a la mente uno de esos comerciales de la mayonesa sin grasas, su nieto soltó un suspiro. – He vivido engañado toda mi vida.
- Abuelo esto es serio, recuerda que por eso te dio un ataque diabético. ¡Por eso estas aquí! – Dijo Arnold exasperado. El abuelo Phil enterneció su gesto.
- Cómo me cuida mi nieto, ¿verdad? – Dijo mientras le revolvía el cabello. Claro, ¡cómo no lo iba a cuidar! ¡Era todo lo que tenía!
- No me cambies el tema, abuelo debes cuidarte. – Dijo Arnold. Por cierto, ¿sabían que el mejor pretexto que buscan los abuelos para conversar de otra cosa  es cuando les hablas de su salud?
- ¿Sabes? Me acabo de enterar que aquí andan los Pataki – Dijo el abuelo con tranquilidad, mientras se adentraba en el amplio mundo de los chismes. Arnold sintió un breve sobresalto.
- Sí, de hecho me acabo de encontrar a Helga. – Dijo Arnold.
- Es por su hija mayor – Explicó el abuelo mientras se acariciaba la barbilla, mientras disimulaba una sonrisa de triunfo al ver que su distracción había surtido efecto. – Se comió la torta antes del recreo y está aquí porque su bebé está de riesgo.
Arnold se preguntó cómo le hacía su abuelo para meterse en tanto chisme.
- A mí Helga me dijo que no es su primer hijo. – Aclaró el muchacho, desmintiendo las malas lenguas del abuelo.
- Se la comió de todos modos – Objetó Phil mientras se cruzaba de brazos. –La niña tiene como veintitantos. -Se acomodó bien para quedarse medio sentado. - ¿Te oí decir que te encontraste con su hermana?
Arnold alzó la vista. El abuelo Phil lo miraba con las cejas alzadas. La sonrisa de Helga le nubló los pensamientos.
***

- Pues sí  - Dijo rendida Helga, cabizbaja.- Me agarraste...mencioné a Arnold.
- ¿Y quién es él? – volvió a insistir Olga. Su hermana menor se aguantó un breve impulso de ahorcarla.
- Te voy a contar, pero si le dices una sola palabra a alguien, así sea papa, mamá  o Tom o siquiera a la enfermera que te atiende, ten por seguro de que ya no vas a despertar para darle un nombre a tu chamaco ¿entendido? – Le dijo con violencia casi juntando su nariz con la de Olga.
- Entendido. – Dijo su hermana. Helga la miró mientras se aseguraba que no cruzaba ninguno de sus dedos y que su mirada no era mentirosa. Negativo a todas las pruebas. Se acercó a la puerta y le puso seguro, también cerró las ventanas y sus cortinas. Tomó aire.
- ARNOLD ES EL AMOR DE MI VIDA. –soltó como si ya no pudiera guardárselo más. –ESTOY LOCA POR EL, CADA VEZ QUE PIENSO EN ARNOLD EL CORAZON ME DA UN VUELCO Y SIENTO QUE SE ME VA LA RESPIRACION. ES MI RAZON DE SER Y VIVIR. ARNOLD, ARNOLD, ¡ARNOLD!
Un breve silencio. Olga había quedado con los ojos abiertos, como dos platos. Helga sintió acercarse una risa burlona. Pero nunca llegó. Su hermana mayor le sonrió con franqueza. Helga no entendía que le pasaba.
- Vaya, -dijo mientras se recostaba en sus almohadones. - ¿lo acabas de conocer? Helga dio un resoplido y se dejó caer en la silla.
- No, lo conozco de desde que éramos niños. – Dijo mientras ahogaba la cabeza entre sus manos. Olga se llevó una mano a la boca.
- ¿Y lo acabas de volver a ver?
- Sí, ¿o tú por qué crees que me puse a gritar como histérica tras cerrar tu puerta? – Dijo algo molesta y frustrada. Olga no pudo evitar reírse. – Sí lo sabía, sabía que te ibas a reír de mí.
- ¿Pero que dices? – Preguntó su hermana mientras le alzaba la cara. – Es que me da alegría por ti.

***

Arnold cruzó sus manos y preparó sus palabras.
- Sí, la encontré en el puesto de periódicos. – dijo mientras juntaba las yemas de sus dedos.
- Ahora entiendo porqué tardaste tanto en regresar. – musitó el abuelo.
- ¿Qué dijiste? – Preguntó Arnold
- Nada hijo, ¿y cuál fue la maravilla de todo eso? – Preguntó mientras se acomodaba para oír. Arnold suspiró, el abuelo formuló una mirada pícara.
- Es que...ya no es la misma de antes. – Sentenció
- ¿A qué te refieres con eso exactamente?
- Pues que no es la misma, ha cambiado. Y no me refiero a lo físico – Agregó por último como una aclaración, al ver que el abuelo ya iba a decir algo. – Ya no es una grosera conmigo ni tampoco me insultó ni me llamó por apodos ésta vez.
Se calló por unos instantes, y recordó lo que le pasó por la mente al ver que Helga corregía sus palabras para hablar con él. Incluso pensó que estaba soñando. El abuelo miró a su joven nieto envuelto en sus pensamientos.
- ¿Estás hablando de tu compañera esa de la uniceja verdad?
- Sí, ¿tu de quien creías que hablaba?
- Ah no de nadie más, solo me quería sacar de dudas. No me digas... Eso sí que está raro.
- Sí, la verdad es que sí...- Concordó Arnold. – Pero lo más sorprendente fue lo que pasó después.
- ¿Te plantó un beso? – Aventuró Phil
- NO – Dijo Arnold, - Pero me tomó del hombro y me confortó. Terminó de decir.
- Vaya, viniendo de ella, es prácticamente lo mismo. – Dijo mientras se trataba de imaginar la escena, su nieto lo miró con la boca fruncida. - ¿Y tú que sentiste cuando ella te hizo eso?

* * *

Helga se quedó de hielo. ¿Alegría por ella? ¿Olga? Helga no dio crédito a lo que oía.
- Sí, me da alegría – Repitió su hermana mientras inclinaba un poco la cabeza.- Aemás me recuerdas un poco a mí.

Helga observó a la internada, quien pasó de ésta realidad a sumirse en el mundo del recuerdo. Y entonces notó algo que sólo había visto en ella misma: enamoramiento. La verdad era que jamás creyó tener alguna semejanza con su hermana más allá que la de sangre, ni siquiera en gustos simples como la comida o el género de música habían podido compartir alguna vez, pero cuando vio aquel semblante perdido y lleno de anhelo, vio que ahora tenía algo afín con Olga. El amor.

- Recuerdo la vez que vi por primera vez a Tom...- Dijo su hermana mientras se fijaba en el techo como si alcanazara a través del concreto y ver el cielo azul que sólo se percibía por la ventana. – Sentí como si todo el mundo se hubiera fundido de repente llenando ese inmenso espacio únicamente con su persona...

- Y que al momento de irse... te das cuenta que nada en entero si no estas con él. – Terminó de decir Helga mientras se recordaba a sí misma el día que se fueron de Hillwood. Olga la miró otra vez y le sonrió, y Helga sorprendida de sí misma le sonrió también.

***

"¿Qué fue lo que sentí?"

¿Alguna vez te ha pasado que has recibido una pregunta que aún al parecer que la respuesta es sencilla, al tratar de responderla te resulta complicado hacerlo? Seguramente tu respuesta es que sí. Y Arnold se sentía en el mismo dilema también. Al escuchar a su abuelo formularle esa pregunta sintió que incluso tenía la respuesta en su lengua. Pero cuando llegó el momento de responder, fue el corazón el que lo hizo detenerse. Se remontó entonces al momento en que Hela le tomó de su hombro. Su calidez, su dulzura...ahora parecía no haber palabras para describirlo.
- No sé...- musitó mientras, pensativo, intentaba descifrar el suceso. – Fue cálido, pero no externo sino internamente fue muy cálido...casi como si su mano hubiera tocado en ese instante el dolor que sentía dentro de mí y se hubiera aliviado al tocarme...Nunca había sentido algo similar en mi vida.

Arnold no dijo más, al momento que dejaba posado su puño sobre el corazón, como si aquella sensación antes descrita fuera a escapársele y el quisiera detenerla. El abuelo quedó en silencio, pero una sonrisa de oreja a oreja le pobló su semblante, incluso los ojos parecían brillarle. Su nieto no salía de sus pensamientos, que al parecer, parecían tenerle confundido. La juventud de su muchacho le dio paso a la melancolía de la vejez, trayendo consigo el recuerdo de un joven Phil enamorado.

- Pero supongo que no la volverás a ver... Después de todo, es Helga Pataki – Dijo su abuelo casi como una casualidad. - ¿Por qué no piensas buscarla otra vez verdad?
Arnold pensó un rato en su "nada intencionada" pregunta. El calor de la pequeña dulzura de la chica seguía haciendo eco dentro de él, ¿pero de eso a pasarla a ver más seguido, e incluso buscarla el mismo? Era diferente, muy diferente. Pero...
El abuelo se estuvo pendiente de cada una de sus reacciones mientras pensaba en su porvenir. Arnold no dijo nada tras concluir sus pensamientos, sólo sonrió a su abuelo, mientras una pequeña chispa de emoción surgía en ambos personajes.
Aquí esta el tercer capítulo...lo sé trade años en subirlo pero aquí lo tienen

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Hey Arnold! characters (c) Craig Bartlett
Story (c) Angie-Black
© 2011 - 2024 Angie-Black
Comments7
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Papillon-papalotl's avatar
no me dejes en tanto suspenso esta genial perdon por no comentar en los otros pero eso no le quita lo genial :D